El otro día, mi mujer -tan fumadora como yo- me consultaba sobre mis peripecias para poder fumar en el trabajo. Es que nos han ido acorralando con el tema del derecho de los demás y cada día que pasa nos vamos quedando con menos lugares donde fumar.
-Está difícil Carmencita, muy difícil. Nos han quitado hasta el derecho a elegir cómo morirnos. Si te pegás un tiro te respetan, pero si elegís morir de cáncer de pulmón te hacen problemas.
-¿Les permiten fumar en la oficina? – preguntó Carmen prendiendo un cigarro.
-Si…nos dieron seis salidas de 10 minutos por día para fumar en el patio- le contesté apoyando mi cigarrillo en un cenicero de vidrio.
-Es una buena solución. Seguro que ahora se terminan todos los problemas.
-Empiezan todos los problemas. Los del sindicato se quejaron porque dicen que si los fumadores tienen derecho a salir una hora por día, entonces los gaseros también.
La crónica seleccionada se encuentra incluida en el segundo libro de Marciano Durán, «Marcianitis Crónica»