Cuando yo era chico los kioscos llevaban el nombre del lugar donde estaban instalados: Kiosco Plaza Artigas, Kiosco Las Barreras o Kiosco El Puente y algunos solo lucían un pobrísimo pizarrón de “Hoy juega” que sacaban dos o tres veces por semana. Con el tiempo los kiosqueros necesitaron vender más que cigarrillos y diarios para poder hacer frente a las deudas así que agregaron estructuras, mesas , caños y cierres de nylon o se mudaron para enfrente y transformaron sus minicomercios en Salones. Necesitaron un nombre y los llamaron Cambalache, Mi sueño o La Amistad. Los más osados les pusieron Salón Yanet o Salón Cristina en homenaje a las hijas que dejaban en casa cuando atendían el saloncito. Más acá en el tiempo los transformaron en Maxi- Kioscos, Juguetelandias, Provitodos, Autoservices, Superfast y Minimarkets.
La crónica seleccionada se encuentra incluida en el segundo libro de Marciano Durán, «Marcianitis Crónica»